RUTA DE LOS VINOS
Esta zona es una alternativa para la gente que quiere pasar un buen rato bebiendo “vinacho” o bebidas características de cada bar. No es buena opción si quieres mover el esqueleto.
Soraya: Famoso por sus calderos y su absenta. Lo que te puedes encontrar si no tienes consciencia de alcoholismo es que entres andando y salgas a gatas (de lo ciego que vas, ¡INCONSCIENTEEE!). También tienen un listado de chupitos amplio, los cuales no te recomendamos que pruebes el mismo día.
Casco Viejo: Famoso por su vino de coco; sube sin que te des cuenta y cuando te has terminado el segundo vaso se te ha subido todo a la cabeza. Es recomendable llevarse un paquete de chicles para combatir la halitosis.
Sol: Son míticas sus jarras de calimocho (o mocho para los amigos) y cerveza. Cuenta con una zona un poco apartada para echar quinito con tus amigotes, aunque si no vas a las 18:30 de la tarde, no vas a encontrar sitio. Probar sus “colorines” (mmmmm). Aquí te puedes encontrar con gente un poco más mayor y el dueño parece que se ríe de ti. Si vas “con una castaña considerable” te recomendamos que te fijes en el cuadro del incendio de la diputación, parece que hay fuego de verdad.
Granada: Bar de vejetes en el día y para comer también. Por las noches es otro bar apto para el quinito.
Madrid: Bar aceptable para echar quinito. Cuidado con el supuesto “Agua de Valencia” empezando con el color y terminando con el sabor. No nos creemos las razones por las que dicen que se debe llamar así.
Cisne: Bar para la chiquillería en inicios de salidas nocturnas.

El México: destacables los chupitos de gelatina. Ten cuidado cuando los tomes, puedes ahogarte. Se recomienda ir medio sobrio si no quieres llegar rodando a la barra. Si te tomas una copa es posible que te den tubitos de luz de colores para pastilleros.
Puentecillas: Con vistas a la Catedral y a tomar por saco de la Zona. En San Antolín está petado por su situación geográfica. Bar para entonar la noche.
La Vieja: No sabemos cómo se llama, pero es mundialmente conocido por todos como la Vieja. Está a tomar por saco y sobrevivió a la deflagración de Gaspar Arroyo. Es un bar mítico en Palencia, creemos que nunca ha cerrado y su propietaria es de la quinta de Matusalén. Nadie entiende como ese cuerpo serrano puede aguantar tantas horas detrás de la barra sin sentarse (esta mujer para nosotros que ha bebido de la fuente de la eterna juventud y la muy tacaña no quiere compartir). A la hora de pedir se recomienda hablar en voz alta y al oído de la mujer que le da nombre (la vieja, pesaó). Es un delito y misión imposible pedir algo que no sea calimocho, más que nada porque o no te entiende la buena señora o porque la susodicha coge la botella, se la acerca al oído, y te dice: “No queda”, y la vuelve a dejar donde estaba. Increíble sus precios y como sube el vino. Está muy concienciada con el ecologismo, y por eso reutiliza los vasos de plástico, porque sabe que son muy contaminantes. Recomendamos visitar el baño y ver su notable antigüedad de inicios de siglo XX (nos explicamos: un agujero en el suelo, en plan desagüe, una obra arquitectónica que ríete tú del acueducto de Segovia).
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